Promesas e Ilusiones

” Los Tutumpotes, los Hijos de Machepa” y “Primero la Gente”
En nuestra historia política, dos voces han resonado con particular fuerza: Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez. Ambos líderes, con sus palabras poderosas y visiones transformadoras, proyectaron la lucha que aún define el alma de la nación, la batalla entre los tutumpotes y los hijos de machepa, entre la promesa de un futuro mejor y la ilusión de un cambio que nunca termina de llegar.
Los Tutumpotes y los Hijos de Machepa: La Visión de Juan Bosch
Juan Bosch, describió a los tutumpotes como los guardianes del poder, la élite privilegiada que controlan
los hilos del destino de la nación. Estos son los que han amasado fortunas a través de las generaciones, quienes, con una mano sobre el dinero y otra sobre el trono, han dictado el curso de la historia. Bosch veía en ellos no solo una clase social, sino un símbolo de la continuidad de la injusticia, de la promesa rota de la patria.
Frente a los tutumpotes, están los hijos de machepa, la fuerza vital del país, los que, con sus manos endurecidas por el trabajo, sostienen la nación. Pero, a pesar de su esfuerzo incansable, estos han sido históricamente utilizados y atrapados en un ciclo de escasez y exclusión. Para Bosch, la promesa de una vida mejor para los hijos de machepa siempre fue una ilusión, un espejismo que se desvanece ante la realidad de la dominación de los tutumpotes.
Primero la Gente: La Lucha de Peña Gómez por la Justicia Social
José Francisco Peña Gómez, con su consigna «Primero la Gente», encarnó la esperanza de un cambio real. Su llamado no era solo un eslogan, sino un grito de guerra contra la injusticia, un clamor por poner fin a las ilusiones y materializar las promesas de equidad y progreso. Peña Gómez comprendió que, para romper el ciclo de desigualdad, era necesario poner a los dominicanos en el centro de las políticas públicas. Su visión era clara: un país donde el bienestar de la gente común no fuera una promesa vacía, sino una realidad palpable.
Sin embargo, la historia ha demostrado que las promesas de justicia social, las ilusiones de cambios, los discursos llenos de esperanza, se enfrentan a los muros construidos por los tutumpotes los que temen perder sus privilegios.
El Hoy: ¿Promesas Cumplidas o Nuevas Ilusiones?
Hoy, se muestra que hay un crecimiento económico notable, pero al mismo tiempo, se muestra que las viejas luchas persisten. Los tutumpotes han cambiado de rostro, pero su esencia sigue intacta: siguen siendo los que deciden, los que prosperan en un sistema que, aunque modernizado, aún deja a muchos atrás.
Los hijos de machepa, por otro lado, muestran un cansancio profundo que proviene de una vida marcada y dándose cuenta de que los viejos problemas siguen ahí, disfrazados de nuevas promesas que nunca se cumplen y con una sensación de que todo esfuerzo es en vano. La desesperanza se acumula con cada año que pasa sin cambios reales. Han visto pasar gobiernos, han escuchado discursos llenos de esperanza, pero siempre es lo mismo, un ciclo que parece interminable.
En cuanto a la consigna de «Primero la Gente», aunque ha sido adoptada en diferentes grados por sucesivos gobiernos, la pregunta persiste: ¿Se ha logrado realmente poner a la gente primero? ¿O ha sido esta consigna también una ilusión, utilizada para ganar el favor popular, pero dejada de lado cuando se trata de enfrentar los intereses de los poderosos?
Reflexión Final: De las Promesas a la Realidad
Las palabras de Bosch y Peña Gómez siguen siendo un faro en la niebla de las promesas incumplidas. Los tutumpotes y los hijos de machepa no son solo conceptos del pasado, sino realidades que siguen moldeando el presente. La lucha por una sociedad más justa, donde las promesas no sean meras ilusiones, es un reto que no puede ser ignorado.
El desafío de hoy es transformar esas palabras poderosas en acciones concretas, en políticas que realmente pongan a la gente en primer lugar, que rompan con el ciclo de exclusión y que construyan un país donde los hijos de machepa puedan soñar con algo más que ilusiones, donde las promesas se conviertan en realidades tangibles para todos. ¡La verdadera justicia social no es una promesa, sino una
obligación, y es hora!
¿Será esto una de las causas de la abstención del voto, o la expresión del descontento de la
población?
Continuara…
-Opiniones
Dulcenis Trinidad