Insistir en la perspectiva del poder real y desechar la ilusión
¿En qué se ha beneficiado el país y el pueblo de ese ejercicio de «cuotas de poder» que el presidente de la República ha cedido a algunos de sus aliados?
«Salvo el poder, todo es ilusión». VI Lenin.
En el movimiento revolucionario dominicano coexisten desconocimiento, concepciones y postraciones respecto a la cuestión de la participación política y el poder.
En general, no se tiene una idea clara sobre la cuestión reforma- revolución, ni de las circunstancias del régimen político dominicano en que se puede impulsar esa lógica.
El dominicano es un régimen presidencialista y clientelar y este contexto condiciona la posibilidad de que las «cuotas de poder» que algunos sectores asumen como línea política hagan contrapeso al Poder.
Otra cosa sería si el régimen fuera esencialmente parlamentario, donde el voto de un solo congresista, o de un regidor, puede determinar la composición del gobierno nacional o local, así como el contenido y dirección de las políticas públicas.
Puede que se haya renunciado al Poder, y se asume la conquista de » cuotas de poder» como línea estratégica.
Algunos están convencidos de que no se puede más que eso; son honestos al reconocerlo, y conceptualmente asumen la reforma como objetivo máximo.
Hay otros que carecen de esa honestidad, y tampoco tienen ideas ni conceptos claros sobre la dinámica de la política. Son carreristas, se mueven en la lógica de a «lo que coja su bon» y por aquí, por allá, por donde y como sea, buscan sus momentos de gloria personal.
Hay que distinguir los que son honesta y conceptualmente partidarios de reformas democráticas avanzadas como fin. Con estos se puede tener una discusión virtuosa; encontrar puntos de coincidencias y caminar juntos un largo trecho. Este transitar juntos es necesario.
Hay que distinguirlos de los que son pragmáticos, sin conceptos, empeñados en la ventaja a conseguir, sin más.